
Los tiempos están cambiando. Y menos mal. El concepto de propiedad se está quedando obsoleto y, dado que la vivienda se ha convertido en un elemento de especulación más que un recurso vital, muchas personas están replanteándose si vale la pena hipotecarse durante tantos años teniendo en cuenta la incertidumbre del entorno.
Para animar esta nueva tendencia, que se da especialmente entre la gente más joven, ha llegado el movimiento de las Tiny Houses o minicasas.
¿Qué es el movimiento Tiny Houses?
La filosofía Tiny House es un movimiento social y arquitectónico que aboga por la simplicidad de vivir en casas más pequeñas. Su origen se atribuye a la arquitecta anglo-americana Sarah Susanka, que en 1997 publicó un artículo titulado The not so big house, en el que defendía el principio de ‘Contruir mejor, no más grande’.
No existe una definición exacta sobre lo que constituye una minicasa: es más bien una respuesta inteligente a la demanda de personas jóvenes (y no tan jóvenes) que desean una vida más sencilla, más económica y ambientalmente consciente.
En su mayoría se trata de casas prefabricadas que pueden comprarse online y cuyo periodo de construcción oscila entre los cinco días y las doce semanas. Aunque existe quien se ha construido su propia Tiny House, la verdad es que el interés sobre estas pequeñas construcciones está creciendo mucho y las ofertas en la red cada día son más y más variadas.
El estilo de vida Tiny House tiene el potencial de convertirse en una corriente realista beneficiosa para la transformación energética que necesitamos y buscamos a nivel global.
El ahorro que suponen estas minicasas no es sólo energético; es también una solución de espacio y de construcción con un bajísimo impacto en el medioambiente.
¿Cuáles son sus ventajas?
Menos espacio, más luz natural y menos iluminación artificial.
Las Tiny Houses son, en esencia, eficientes. Los espacios son bastante más reducidos pero mejor pensados para aprovechar la luz natural, con lo que requieren menos iluminación artificial que una casa convencional o un apartamento de 70m2 en la ciudad.
Por ejemplo, mientras en una vivienda tradicional se necesitarían unas 45 bombillas con un consumo medio de 12.773 kWh/año para iluminar todas las habitaciones, la minicasa sólo necesita el 7% de estos kWh o, dicho de otra manera, unas seis bombillas LED al mismo rendimiento (914 kWh/año de consumo de iluminación).
Menos espacio para calentar o para enfriar = menos gasto energético.
Lo mismo pasará con la calefacción o el aire acondicionado, si es que los necesitas. Las Tiny Houses reducen al mínimo digno las proporciones de los espacios, pero no reducen ninguna prestación necesaria para vivir en ellas cómodamente.
Se pueden encontrar Tiny Houses diseñadas según los preceptos de la Casa Pasiva, reduciendo drásticamente el consumo eléctrico general, no sólo porque calentar y enfriar espacios más pequeños es exponencialmente más económico, sino por cómo está construida y orientada la casita.
Mayor movilidad y menor huella de carbono.
Las minicasas pasivas, eco o sostenibles, están diseñadas para ser bastante autónomas. Algunos diseños incorporan la recogida de agua de lluvia, placas solares y otras tecnologías que las hacen increíblemente autosuficientes y sostenibles.
Igual de interesante es que, gracias al breve tiempo de construcción que requieren, se reduce drásticamente la huella de carbono del mismo proceso. Otro aspecto relevante de una minicasa autosuficiente es su movilidad: hay modelos con ruedas que pueden desplazarse con un remolque, el mismo sistema que usamos para desplazarnos con las caravanas hacia el camping.
Esto permite a los propietarios escoger localizaciones diferentes dependiendo, por ejemplo, de la estación o del trabajo. Una nueva manera de desplazarnos, literalmente, con la casa a cuestas.
El freno: la ley urbana española no las considera casas, sino remolques.
Dado que el movimiento es reciente, las normativas urbanísticas en España pueden poner trabas para dotarlas con cédula de habitabilidad. Como en otros países europeos, se establecen, por ley, unas dimensiones mínimas que cambian según la Comunidad Autónoma (CCAA) en la que la solicitemos (en Madrid, por ejemplo, son 22m2 y en Cataluña, 36m2).
Es una ley necesaria que se aprobó para evitar los asentamientos urbanos ilegales y proteger la dignidad de las viviendas. Sin embargo, la misma ley que salvaguarda unas condiciones mínimas de habitabilidad no considera todas las minicasas como viviendas: si no llegan a los m2 mínimos establecidos por cada CCAA, se las considera como remolques o casas temporales.
¿Cuánto cuesta una Tiny House?
No son son baratas, pero son una opción muchísimo más económica que un apartamento pequeño en una ciudad mediana. Hay minicasas de poco más de 30m2 que no son autosuficientes por menos de 8.000 euros, aunque están más pensadas como bungalós que como casas.
Si lo que queremos es una certificación energética clase A, podemos encontrar minicasas de 50m2 increíblemente bien aprovechados, construidas con materiales sostenibles, por unos 33.000 euros.
Es cierto que el sacrificio de espacio nos exigiría un estilo de vida minimalista, pero a la vez nos obligaría a seleccionar con más cuidado las cosas que queremos tener y que agregan valor a nuestra vida.
Puede que las minicasas no sean la solución para familias numerosas, pero sí que tienen potencial para convertirse en una gran solución para singles o parejas sin hijos que exijan más movilidad y flexibilidad, menos recibos, menos impacto medioambiental y, por supuesto, menos hipoteca.