En el camino hacia la transición energética, las empresas españolas han tenido que “ponerse las pilas” para mejorar la eficiencia energética y sustituir las fuentes de energía tradicionales por otras más limpias, con el claro objetivo de reducir sus emisiones de CO2 antes de 2020.
La apuesta por eliminar los combustibles fósiles y empezar a trabajar con fuentes de energía más sostenibles es creciente e innegable, y las renovables se vislumbran como la energía del futuro.
Y entonces, cuando la industria manufacturera supere la cuestión de escoger una fuente de energía alternativa, se revelará que en la cola aún esperan muchas otras implementaciones que se están descuidando desde una perspectiva más práctica y que son también imprescindibles para esta “nueva economía”.
Por ejemplo, el transporte. Si a la tendencia actual hacia una economía circular le añadimos los objetivos energéticos de descarbonización para 2030, es de prever que la electrificación sustituya a las fuentes de energía combustibles, entre otras, afectando de manera muy notable al sector del transporte.
La industria tiene un papel relevante en la producción de CO2 de origen energético – el 16% de las emisiones directas en 2015- y los combustibles fósiles representan el 58% del consumo del sector industrial. Pero la industria sigue siendo una de las prioridades de la Unión Europea, que quiere incrementar su peso en el PIB-EU para que vuelva a situarse en el 20% en 2030.
Es por tanto imprescindible promover un consumo de energía mucho más sostenible y a largo plazo, y avanzar en una transición no sólo energética sino cultural: a partir de este año las empresas españolas están obligadas a presentar una memoria de sostenibilidad como un paso más en esa dirección.
Con vistas a este futuro, el pasado 4 de abril se entregó al Ministerio de Industria un informe de análisis y propuestas para la descarbonización, elaborado por una comisión de expertos sobre transición energética. En él se destaca la necesidad de reforzar la competitividad de las empresas, por una parte reduciendo los costes energéticos, y por otra, promoviendo un liderazgo industrial que estimule la inversión en nuevas tecnologías.
Esto sólo se podrá conseguir potenciando e incrementando el nivel de conocimiento sobre el consumo y sobre los costes energéticos de la actividad industrial; con políticas públicas de fomento a la eficiencia energética (ayudas a la inversión, exenciones fiscales, etc.), y con la incorporación de las últimas tecnologías disponibles para la producción de energías renovables.
El informe dibuja varios escenarios de futuro, y apunta a la energía eléctrica, especialmente la que proviene de fuentes renovables, como una de las soluciones para conseguir la descarbonización y convertir todos los procesos contaminantes en procesos limpios.
Si quieres conocer las posibilidades y necesidades de tu empresa en materia de eficiencia energética y sostenibilidad, en Escandinava de Electricidad nos ponemos a tu disposición para asesorarte sin ningún compromiso.
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