
Entre 2003 y 2015, el precio de la energía ha subido un 83,2%. Uno podría pensar que esto debería suponer una reducción en la demanda, pero no ha sido así. A excepción de los peores años de la crisis, en los que las familias tuvieron que apretarse el cinturón por graves problemas económicos, el consumo ha vuelto a repuntar y sigue en tendencia creciente.
Paradójicamente, la tecnología ha incrementado nuestra dependencia de los aparatos eléctricos para la vida cotidiana. Hoy día, resulta inimaginable en algunas zonas ir a trabajar sin aire acondicionado o calefacción. De la misma manera, la necesidad de reducir el consumo de combustibles fósiles ha incrementado la demanda de producción de energía eléctrica de formas más limpias y respetuosas con el medio ambiente.
Hacia un cambio de mentalidad
Entonces, ¿cuál es la solución? Todos hablamos de eficiencia energética. El cambio climático ya no se trata como una conspiración, y las renovables avanzan a paso agigantado para conseguir reducir el impacto medioambiental de la producción de energía.
Además, queda demostrado que el aumento de precios no tiene un efecto directo sobre el consumo. Y además tiene el agravante de afectar a la industria y reducir su competitividad.
La solución está en la concienciación del usuario: en el consumo de energía responsable.
Esto supone un cambio de mentalidad, ya que sin sensibilización de la sociedad hacia un consumo responsable, la legislación y la transición hacia un entorno eficiente será mucho más complicada. Varios estudios confirman que los hogares españoles tienen un amplio margen de ahorro y que están muy lejos de realizar ningún tipo de acción proactiva por la eficiencia. Tan claro como que el 30% de la población ni sabe, ni quiere reciclar o consumir menos energía. Del resto, un 37% están convencidos de la necesidad y actúan en consecuencia y el 33% ha iniciado muy tímidamente su cambio de actitud con el reciclaje de residuos.
Por esta razón, cada día es más importante el consumo responsable: apagar la luz si no la necesitas, comprar electrodomésticos certificados, no despilfarrar ni excederse en la climatización y un largo etcétera.
La importancia de los pequeños gestos
Pero se necesita la implicación de todos. Cada uno de nosotros tiene que gestionar los pequeños detalles que pueden parecer nimios, pero que siempre suman. Por eso os dejamos aquí con la campaña www.pequenosgestos.es que lanzó IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), que habla de no sólo cómo ahorrar en tu factura, sino de que todo cuenta.
Así que contamos contigo. Cuéntanos qué pequeño truco utilizas para ahorrar energía. Cuéntanos, para que todos nos beneficiemos del saber colectivo. Cuéntanos qué hacía tu abuela que tú sigues haciendo. Porque, a veces, los pequeños gestos son grandes pasos para la humanidad.