
A menudo estamos demasiado ocupados usándola como para monitorizar nuestro consumo de energía. De hecho, la mayoría de nosotros no cargamos nuestro móvil hasta que suena para avisarnos que la batería está baja.
Pero nuestro consumo de energía está directamente relacionado con nuestra supervivencia. Y más que eso, cuenta la historia de nuestro desarrollo cultural y tecnológico: en los últimos dos siglos, casi hemos agotado nuestro suministro de petróleo, hemos modificado el clima global y aún estamos quemando 20.802 barriles de gasolina cada día.
Con la Revolución Industrial empezó el uso intensivo de la electricidad, y creamos una ‘cultura de ahorro de mano de obra y eficiencia’ con más y más tecnología (plantas a vapor, ruedas giratorias, fresadoras, automóviles, aviones … y, finalmente, ordenadores e Internet), y mayores demandas de energía.
En la década de 1890, la hidroeléctrica se convirtió en una importante fuente de energía, seguida por la energía nuclear a finales de los años 50. Más recientemente hemos apostado por las renovables, fuentes de energía más sostenibles, como la solar, eólica, biomasa o geotérmica.
Pero no nos desesperemos. Nuestras fuentes de energía actuales pueden ser finitas, pero hay esperanza para el futuro. Por ejemplo, la investigación en tecnología de celdas de combustible está creciendo; y junto con las nuevas fuentes de energía, somos más inteligentes sobre cómo usamos esa electricidad: las infraestructuras de “red inteligente” reducirán costes, llevándonos un paso más hacia un planeta verdaderamente sostenible.
La tecnología no es el problema. La principal barrera para un futuro sostenible son los usuarios de esa tecnología. En otras palabras, nosotros.
Inventamos la televisión por cable, las videoconferencias gratuitas, textiles inteligentes, la tecnología LED y el internet de las cosas (IoT). Hemos enviado una misión a 62.6 millones de Km a Marte y hemos descubierto que allí hay agua… Si somos lo suficientemente inteligentes como para hacer todo eso (y más) deberíamos ser capaces de apagar las luces cuando salgamos de la oficina, ¿no creéis?
Nuestra creatividad no tiene límites y, hasta ahora, hemos centrado la mayor parte en idear formas de utilizar la energía. En lo que vamos con retraso y debemos centrarnos es en crear nuevas formas de generar energía.
Nuestra tecnología está compitiendo por delante de nuestro suministro de energía. Es hora de un enfoque más equilibrado y de que aportemos nuestro pequeño grano de arena. Así que cuando veas la luz encendida y no la necesites, ya sabes: levántate y apágala. Por el bien de todos.